© EFE 2015 | 02/03/2016
El Gobierno de Perú recibió un lote de 4.150 piezas arqueológicas, el mayor número de bienes culturales recuperados hasta el momento en el extranjero, que fueron incautadas a coleccionistas y traficantes por las autoridades de Argentina, informó hoy la Cancillería peruana en un comunicado.
El Gobierno de Perú recibió un lote de 4.150 piezas arqueológicas, el mayor número de bienes culturales recuperados hasta el momento en el extranjero, que fueron incautadas a coleccionistas y traficantes por las autoridades de Argentina, informó hoy la Cancillería peruana en un comunicado.
Entre los bienes devueltos al país figuran piezas de metal, textil, cerámica, restos óseos y fibras orgánicas pertenecientes a las culturas Chavín, Lambayeque, Mochica, Chimú, Cupisnique, Nazca, Chancay e Inca.
"La recuperación de esta colección, de gran importancia, marca un significativo momento en la recuperación de patrimonio cultural nacional", señaló la Cancillería.
La entrega del lote arqueológico se concretó el jueves pasado en el marco del Convenio para la protección, conservación, recuperación y devolución de bienes culturales, arqueológicos, artísticos e históricos robados, exportados o transferidos ilícitamente, que firmaron Perú y Argentina.
Las piezas precolombinas fueron incautadas hace 15 años a coleccionistas y traficantes en Buenos Aires y tras una serie de litigios judiciales la Justicia argentina ordenó su devolución a Perú.
La Cancillería anunció que próximamente se hará una ceremonia oficial en la que se expondrá una muestra representativa del lote recuperado.
http://www.holaciudad.com/vida_y_estilo/Peru-arqueologicas-precolombinas-incautadas-Argentina_0_886411605.html
Peripecias de una momia peruana en la Argentina
El insólito destino de la pieza arqueológica desde que entró al país hasta su restitución, el miércoles pasado
Silvina Premat
LA NACION, SÁBADO 30 DE ENERO DE 2016
Llegó al país hace casi cinco años en una encomienda con remitente de Bolivia, envuelta en papeles de diario y bolsas de plástico y escondida dentro de una pieza de yeso con forma de muñeca rusa. El miércoles pasado volvió a su país, Perú, dentro de una caja especialmente hecha para ella, apoyada entre almohadillas y envuelta en telas de algodón y poliéster.
Esa caja fue la más cuidada en el operativo de seguridad que trasladó más de cuatro mil piezas arqueológicas peruanas desde el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (Inalp), en el barrio de Belgrano, hasta el aeropuerto de Ezeiza. Pero dentro de la caja "especial" no iban objetos de arcilla de culturas milenarias. Iban los restos momificados de una mujer peruana. La custodia policial también trató con mucha delicadeza otras tres cajas. Allí se trasladaban tres cráneos que completaban la encomienda que intentó ingresar al país una momia.
El caso pasará a la historia como el primer contrabando de restos humanos que fue comprobado y cuyo comprador fue condenado desde la promulgación de la ley 25.743, de protección al patrimonio arqueológico y paleontológico.
La noticia del hallazgo de una momia y tres cráneos fue ampliamente difundida en mayo de 2011. En ese momento la Justicia dispuso la devolución de los restos a Perú, de donde nunca debieron haber salido, y pidió la guardia judicial y el mantenimiento de ese "botín" al Inalp.
Allí se determinó que se trataba de una mujer adulta cuya momificación no fue buscada, sino que se dio por un proceso natural por las características del lugar donde fue enterrada. Las calaveras, en cambio, son varones.
La causa penal terminó con un juicio oral, en febrero de 2014, que condenó a cuatro años de cárcel a Sebastián Juan Pablo Suárez, quien había comprado por Internet las piezas de yeso que contenían los restos.
Según informó a LA NACION el fiscal Marcelo Agüero Vera, que intervino en el caso, la justicia peruana no dispuso la investigación necesaria para dar con el exportador. Los datos del remitente resultaron falsos. "La curiosidad es que investigando se supo que materiales como éstos eran recogidos de excavaciones en un cementerio antiguo, en Perú. Presuponemos que en este caso también fue así", dijo Agüero Vera. Y agregó: "Es fundamental investigar de dónde salió para que no se repita. Según los dichos del imputado esto fue ofertado en una página web especializada en vasijas".
Suárez, que se presentó como vigilante en edificios de Recoleta donde vivía, declaró no conocer el contenido de las dos "vasijas" de yeso cuyo envío sí dijo haber solicitado a un precio que acordaría con el remitente después de haberlas recibido.
Agüero Vera sospecha que la intención era enviar los restos a Europa. "La presunción es que en la Argentina se triangulan muchos bienes culturales. En Europa hay muchas personas interesadas en comprar este tipo de bienes."
Valores difíciles de calcular
También para Abel Ferrino, funcionario de la AFIP especializado en bienes de patrimonio cultural que fue convocado por el personal de la Aduana cuando detectaron los restos dentro de las encomiendas, su destino final no sería la Argentina. Ferrino tiende a pensar que se trajeron al país para enviarlos desde aquí a algún museo europeo o de Medio Oriente. En su informe, Ferrino valúa la momia en 50.000 dólares y cada uno de los cráneos en 5000.
¿Cómo se pone precio a una momia? "El valor de la mercadería prohibida -porque es mercadería, todo es mercadería- se calcula de acuerdo con el valor que tiene en el mercado negro", dijo Ferrino. Y, en respuesta a quienes se escudan en la figura de "contrabando menor" el experto afirmó que "la ley 25.743 asocia al delito de contrabando, no de contrabando menor, a quien trafique bienes arqueológicos o paleontológicos".
Si bien no se pudo precisar el lugar exacto de donde fue sustraída, sí se identificó su origen en una zona cálida y árida. Por eso, para su conservación no fue necesario mantenerlas en un microambiente frío, como se hace con las momias de Llullaillaco que se conservan en el museo de Salta. Según consta en la causa, dijo Agüero Vera, los restos pertenecerían a la cultura Paracas, que vivió entre los siglos VIII a. de C. y III d. C.
Para Diana Rolandi, arqueóloga y directora del Inalp, "la momia no tiene ningún atributo que permita identificar la cultura a la que perteneció ni la época en la que esta persona murió. Sólo podría afirmar que es prehispánica".
Durante los cuatro años y medio que permaneció en el Inalp la momia fue cuidada por las responsables de conservación y mantenimiento del patrimonio cultural, Gabriela Ammirati y Silvina Aumont.
"Desde el primer momento este trabajo para nosotras fue interesante y problemático", dijo Ammirati. Y recordó. "Evidentemente quien la embaló para mandarlas al país no era un experto, sino alguien que sólo quería disimular el contenido de los paquetes", afirmó y mostró las fotos tomadas en el momento del arribo. Allí se ven los restos envueltos en papeles de distinto tipo, plásticos y goma espuma. Esos envoltorios no propicios crearon microambientes húmedos que habían favorecido la proliferación de hongos, por lo que las especialistas debieron limpiarla con sus barbijos, guantes y delantales. "La tocábamos lo menos posible, pero había que sacarle los hongos, por lo que lo hacíamos con mucho cuidado y cada vez que lo hacíamos le pedíamos permiso", contó la especialista. Con su colega buscaron un lugar en el Inalp para trabajar "alejado de los curiosos, teniendo en cuenta que no era una vasija sino una persona".
La única vez que la momia salió del Inalp fue para el juicio oral, en febrero de 2014. Solicitada su presencia por la fiscalía, hacia allá partió dentro de una caja y con custodia policial. "Era el primer juicio oral en el que participaba. Fue impresionante tener que dar el informe con la momia allí", contó Ferrino. Y Rolandi hizo notar una curiosa coincidencia cultural: "En las reuniones o asambleas de los incas en las que se tomarían decisiones importantes, sus antepasados participaban. Es decir, se trasladaban sus momias y se las ponía junto a ellos".
http://www.lanacion.com.ar/1866640-peripecias-de-una-momia-peruana-en-la-argentina